Dice la leyenda, que allá por el siglo IX, y en pleno fragor de batallas entre moros y cristianos, aquesta nuestra ilustrísima villa de Benavente, estaba a punto de ser definitivamente invadida por los infieles, sí, esos del turbante y las espadas curvas. Los ejércitos de cristianos se veían incapaces de detener las numerosas huestes enemigas...
Y hete aquí que, cuando ya lo daban todo por perdido, y sobre un puente ni más ni menos, una hermosa Virgen con su hijo en brazos se apareció para echarles una manita... ¡A base de pedradas, ahí es ná!
Muchas dudas surgen a raíz de esta revelación divina: ¿qué hizo con su niño mientras se liaba a lanzar piedras contra los moros? ¿Y qué pasaba con Alá y sus subalternos? ¿Es que la otra parte jugaba con diez?
Y es que los santos y divinidades de aquella época se las gastaban así, ya veis. Ains, si se dieran una vueltica por aquí hoy día, lo mismo dimitían. Claro que serían los primeros y únicos en dimitir en este país, jajaja!!
Bueno, bromas aparte, la hazaña hizo vencer a los cristianos y, claro está, a partir de ese día nuestra querida Virgen de la Vega, o Virgen de la Veguilla, se convirtió en la patrona de todos los benaventanos.
Su fiesta se celebra este fin de semana, siendo el Día Grande el próximo 8 de abril, lunes. Con el tiempo, el carácter religioso de la fiesta ha ido cediendo su lugar al pagano, y ahora todos mis paisanos se reúnen ese día en la Plaza Mayor con la vista puesta en el balcón del Ayuntamiento, esperando las palabras mágicas por boca del alcalde de turno.
Mientras estas tienen lugar, todo el mundo se encarga de pedir a voz en grito la otra magna tradición de mi pueblo... ¡El Toro Enmaromado!
El alcalde se hace desear. Da rodeos y más rodeos, hasta que la gente, enfervorizada y algo "contentilla" por efecto de la sangría, acaba por arrinconarlo con sus gritos y él concede lo que todo el mundo desea.
¡En fin! Este es el pequeño resumen de una de las dos grandes fiestas de Benavente. Y ahora que ya he hecho la publicidad pertinente, os diré que yo, este año, voy a disfrutarlas en la distancia. ¿Dónde?, os preguntaréis.
Pues en este pequeño gran trozo de paraíso que hay en mi provincia y parte de mi comunidad autónoma...
¡¡LOS ARRIBES DEL DUERO, SÍ SEÑOR!!
Lo cual no quiere decir que deje una parte de mi pequeño corazoncito con mis paisanos pedingones de la Plaza, jejeje!!
¡Para los que seáis de aquí, y para los forasteros que queráis disfrutar con los benaventanos, os deseo que paseis unas felices fiestas de la Veguilla!
Y ya sabéis, hay que gritar: "¡Toro, toro, toro...!"
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