viernes, 6 de septiembre de 2013

¿ES UN PÁJARO... ES UN AVIÓN...? ¡NO! ¡ES... EL MARQUÉS!

Aquí estoy de nuevo, a la carga después de superar el disgusto al comprobar que se me va el verano...
Y esta vez, vuelvo con fuerza, a punto de llegar a la meta en lo que a personajes de LA HEREDERA se refiere.
Sí, ya se acaban (¡Menudo asco!), ya solo quedan los tres mosqueteros, a saber: El Marqués, Diego de Casanueva y Elena Robles.
Así que vamos a comenzar por el primero de ellos.
Podríamos llemarlo de muchas formas sin que ninguna dijera su verdadera identidad. "Educado", "listo", "honorable", "intachable"... Pero dejémoslo en "El Marqués", ese sobrenombre impuesto por los Civiles ante la imposibilidad de averiguar su verdadera identidad. Ese mote elegante que hace honor a sus modales, incluso a la hora de liberar reos.

Sí, aquí lo tenéis, fiel a su cita con su creadora y con tod@s l@s lector@s que han disfrutado con LA HEREDERA.
Un hombre misterioso, cuyos actos son impulsados por fuertes motivos de naturaleza moral que iréis comprendiendo conforme avance la novela...
Parece que es invencible. Al menos, eso piensan sus perseguidores... Pero, como todo el mundo, él también tiene su Talón de Aquiles.
Elena Robles.

Y es que sus intempestivos encuentros le levantan ampollas... Y otras cosas, jajaja!!. Ella sabrá ganarse su corazón y su alma. Contará con su fidelidad absoluta y su ayuda incondicional para todo aquello que se propone.
Después de unos cuantos tiras y aflojas, claro está. Pero antes de ir más allá, os dejo una fotografía muy definitoria y claramente inspiradora. 




¡¡AQUÍ ESTÁ!! La famosa cascada, el inicio de su idilio apasionado, cuyo frescor innato le sacará de más de un apuro físico y mental...











Bueno, como la paciencia nunca ha sido una de mis virtudes, no voy a tentar más a la suerte y me apresuraré a deleitaros con uno de los pasajes que son, por derecho propio, patrimonio casi exclusivo del Marqués, pero antes... ¡¡AVISAD A LOS BOMBEROS, PORQUE SALTARÁN CHISPAS!!:

"[...]
Elena no contestó. Se debatió y se retorció debajo de él (El Marqués) como una gata arrinconada por una jauría de perros, pero todo fue inútil, y solo cuando comprendió que estaba a su merced, su forcejeo cesó. Estuvieron mirándose en silencio unos segundos, con el único sonido de sus respiraciones agitadas por la ira y el esfuerzo realizado. Esta vez el rostro del Marqués estaba serio, con los labios apretados y una mirada de advertencia en sus ojos oscuros que no logró intimidarle.
-Por Cristo que eres condenadamente difícil -volvió a susurrar más tranquilo-. Si supieras lo que provocas en mí cuando te mueves como hace unos instantes, te aseguro que dejarías de hacerlo al momento.
-No es más que un cobarde que se esconde tras una máscara -farfulló enfurecida-. ¡Canalla, bellaco, ladrón...!
-¿Solo eso? -Elena se quedó boquiabierta ante la respuesta del Marqués-. Francamente, después de tus alardes y tus bravatas, esos insultos realmente sí son propios de una dama respetable. Me decepcionas.
A pesar de que apenas podía respirar debido al peso de su cuerpo, Elena tomó aire y recogió el desafío.
-¡Hijo de puta! -escupió-. ¡Maldito bastardo, hijo de mil perras, desgraciado...!".

Espero que os haya gustado. ¡Hasta la próxima!


No hay comentarios:

Publicar un comentario