martes, 9 de abril de 2013

HOMENAJE AL ARTE, EN TODAS SUS FORMAS

La vida tiene estas coincidencias. A veces, solo a veces, las casualidades hacen que dos personalidades relevantes, aunque por distintos motivos o gustos, según se mire, abandonen este mundo casi de la mano.
Este es el caso de Sara Montiel y José Luis Sampedro.
A primera vista, ambos son como el agua y el vino, es decir, no parecen tener nada en común.
Pero, a mi juicio, lo tienen, más de lo que en un principio algunos pudieran pensar.
Dejando en un aparte el hecho de que los dos pertenecen a esta tierra (o sea, a España), veamos qué más les puede unir.
Sara Montiel, la Saritísima, o María Antonia, como prefiráis, fue una afamada actriz española que lució palmito a rabiar y paseó su nombre y el de nuestro país por el mundo cuando este hecho era poco menos que un pecado mortal.


Aunque, si somos medianamente objetivos, deberíamos admitir que este bellezón exuberante incitaba al pecado más de lo debido, jajaja!! Seguro que más de un machote de la época estaría de acuerdo conmigo.
Eran malos tiempos para la espontaneidad en general y para la femenina en particular, pero esta mujer quiso vivir su vida en plenitud, sin darle cuentas a nadie y menos aún a un hombre... Y tuvo los coj... suficientes para hacerlo.
Porque cuando Sara Montiel era joven, la mujer estaba relegada a un plano mucho más bajo del segundo (tan bajo que ni siquiera se las veía), y tener una vida pública donde proclamar su independencia, insinuar cierta promiscuidad (así se llamaría entonces, por decirlo finamente) y encima disfrutar de ambas cosas, no era un riesgo. ¡Era una temeridad!
Lo que ahora consideramos de lo más normal, antes podría ser un acto constitutivo de delito, ni más ni menos. O pudiera ser que, gracias a mujeres transgresoras como ella, hoy día las demás disfrutamos de una libertad que nunca se nos debió arrebatar, como personas primero y como mujeres después.
Es por eso que ahí va mi pequeño homenaje.
Pero no perdamos de vista el principal objeto de este artículo. ¿Qué decir de José Luis Sampedro? Muchas cosas. Tantas que ningún espacio sería suficiente para que cupieran todas.


INTELECTUAL con mayúsculas, una palabra cuyo significado se han "agenciado" últimamente personajes y personajillos varios, de estos que se creen Dios porque saben hacer la O con un canuto, pero con un fondo que debemos recuperar. ¿Y con quién mejor que con él?
Escritor de novelas irrepetibles, humanista y, sobre todo, principal defensor de las causas perdidas. Sí, esas que llevan detrás a trabajadores de toda clase y condición, parados, jóvenes que no encuentran empleo...


Hoy nos ha dejado. Es una pena que mentes así tengan que abandonar este mundo, cuando tanta mediocridad se sigue quedando en él, pero así es la vida.
Ambos, tanto Sampedro como Sara, son artistas. A su modo, cada uno fue fiel reflejo de su momento, se rebeló contra lo establecido y, por supuesto, nos dieron a todos una extraordinaria lección de perseverancia, libertad y espíritu de lucha. 
Donde quiera que estén ahora, ojalá reciban este mi pequeño homenaje y mis grandísimas GRACIAS por su aportación a las generaciones venideras.
Ojalá dentro de muy poco, no tengamos que lamentar su pérdida ni echar mano de su filosofía, porque eso querría decir que las cosas, decididamente, nos han ido MUYYY mal.

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